Desde septiembre, un grupo diverso de artistas trabajó con Flow, la herramienta de IA para hacer cine, en un piloto llamado Flow Sessions. Fueron dos meses de experimentos, talleres y mentoría donde se probó cómo una IA puede integrarse en procesos creativos reales, no solo como demo tecnológica sino como socio de trabajo.
1. Adopta la mentalidad de director
¿Qué hace a una herramienta poderosa? La intención de quien la usa. Los artistas que mejor aprovecharon Flow pensaron primero en la historia, los personajes y la dirección de arte, no en los trucos técnicos.
Leilanni Todd: La magia ocurre cuando traes tu propia visión, dirección de arte, narración y punto de vista para guiar
Flow— ahí surge algo realmente original.
Técnicamente hablando, eso equivale a usar la IA como un motor que responde a entradas bien diseñadas: un prompt que incluye tono narrativo, referencias visuales, composición de plano y notas de iluminación. En vez de pedirle a la IA que genere sin dirección, los mejores resultados vinieron de ciclos iterativos cortos: bosquejo de storyboard, generación de prueba, ajuste fino de parámetros (duración de clip, continuidad, estética) y recorte.
